10 de agosto de 2013

Rascasuelos: Con las entrañas a la vista



La orquesta Rascasuelos es algo así como el Mr. Hyde del nuevo tango. Tiene un Doctor Jeckyll que es Rascacielos, su contracara más amable, una orquesta para las milongas, con sus tangos clásicos, algún nuevo material entreverado y ciertas facilidades que requiere el bailarín. Mr. Hyde es otra cosa: una agrupación con un sonido pegajoso y arrastrado, disonante, violento. Con ese espíritu rock en el que hizo escuela la Fernández Fierro. De hecho, Tripa Bonfiglio, bandoneonista y director musical de Rascasuelos, viene de ahí.

Con cuatro años de gastar escenarios, un disco homónimo que subieron a la web y algunas postales desahuciadas de la ciudad en el repertorio (“Muchacha en guerra”, “La pasión”, “Tocando fondo”, “Hoy”), ofrecen un show potente que, para bien o para mal, no deja a nadie indiferente. En eso tiene mucho que ver su cantante, Limón García, un tipo que hizo sus armas en el rock al frente de Vía Varela y como ocasional invitado de la Bersuit (incluso varios de los tangos cantados que hace la orquesta están firmados por Pepe Céspedes y Juan Subirá, integrantes de esa banda).

Quien espere un cantor que respete alguna de las reglas de juego, que vaya por otro lado. Cuando canta para Rascasuelos, Limón está más cerca del rock más crudo que de cualquier guiño a la tradición. “El arte es fractura, es renacer todo el tiempo”, me dijo alguna vez. Su entrega es tal que pareciera que se fuese a dar vuelta como una media, dejando las entrañas a la vista de todos.

6 de agosto de 2013

El Arranque + Kevin Johansen: Un lugar en común



En los albores del siglo, ambos eran emblemas de distintas formas de entender la música. El Arranque era la orquesta de tango más celosa por redescubrir los yeites de los maestros para fundar un lenguaje contemporáneo desde ellos. Esa posición les creó una falsa imagen conservadora, pese a que, aún desde el clasicismo, nunca dejaron de explorar nuevas vías.

Kevin Johansen era el cantautor omnívoro –como otros, pero quizá con más masividad— que devolvía, sin perder cierta frescura pop o rock, unas criaturas indefectiblemente argentas, indefectiblemente globales: algún tango, alguna milonga, alguna habanera (abuela paterna del tango) y demás. El que se manda a terrenos desconocidos con tanta temeridad como alegría.

En 2012, sus destinos, supuestamente paralelos, se cruzaron. El Arranque acompañó al cantautor en dos temas de su último disco, el tango “Nieva en Buenos Aires” y “Everybody knows” (de Leonard Cohen). Hubo después un concierto en el Festival de Tango, hace un año, en donde empezaron a transitar un repertorio de “temas propios, clásicos y otros caprichos”, como ellos lo definen.

El encuentro, parece, se está volviendo una sana y esporádica costumbre. Si algo reveló, es que no solo “Tangómana”, “Daisy” o “El de la puerta”, de Johansen, rinden de lo más bien con una típica atrás. También lo hacen otros temas, menos previsibles, como “Guacamole”. La buena química, los inteligentes arreglos de El Arranque y el timbre grave y melancólico del cantor hacen el resto.