8 de octubre de 2013

Eddie Shaw: Lobo está



Imponente en el escenario con sus dos metros de altura, su cabeza de moái de la Isla de Pascua y su aullido lobuno (de donde viene su sobrenombre), Howlin’ Wolf fue uno de los más personales intérpretes y compositores de blues. Por eso es difícil encontrarle un heredero. Sin embargo, cuando uno escucha a Eddie Shaw, por su vínculo personal y por ciertos guiños que hace al oído, ¿cómo esquivar la tentación de decir que, si hubiera alguno, hoy sería él?

El saxofonista entró y salió de la banda del Lobo varias veces desde 1958, compuso y arregló para ella y finalmente se quedó con parte de ella cuando el líder murió. En los más de 35 años que pasaron desde entonces, Shaw construyó una sólida carrera solista con algunas canciones contundentes (uno tiene la sensación de que, de haber sido líder en los 50, más de una sería ya un clásico) y un estilo como saxofonista hecho de frases cortas y estridentes, con notas como pinchazos y el aire agitando con violencia la lengüeta del instrumento. Como vocalista, claro, ostenta una voz tan rasposa y grave como cabría esperar, a veces dibujando, casi tímidamente, como homenaje, esas líneas sinuosas que tanto caracterizaban a Wolf.

A sus 76 años y en muy buena forma, Shaw lamenta que los nietos y bisnietos de su generación desconozcan el blues y se vuelquen a las más redituables arenas del hip hop, pero sigue dando batalla desde un género que, como en sus orígenes, florece en los márgenes del mainstream. Como eligió titular uno de sus discos: “No puedo parar ahora”.