¿El
Sur es un destino? Para Borges, seguro que sí. Para los dos Borges. Para Jorge
Luis y para Luiz Carlos. Hablemos del segundo, del Borges brasileño, cantor,
acordeonista y –sorpresa para muchos– chamamecero. Nacido en Río Grande do Sul,
Borges, el mismo, viene de esas regiones fronterizas que tanto encendían la
imaginación de Borges, el otro.
De
esas regiones de clima subtropical, muy distintas al Brasil de la postal, con
cuyas músicas (y las de este lado de las fronteras, que en realidad son las
mismas: chamamé, milonga...) algunos reclaman fundar un templadismo contra el tropicalismo
institucional de la MPB. Aquel inició su carrera a los siete años, en los
’60, en un conjunto llamado Los Hermanos Borges. En los ’70, fue uno de los renovadores del
folklore del sur y a partir de los ’90 se convirtió en un visitante habitual de
nuestro país.
Hoy,
en Buenos Aires, ya juega de local. No solo fue uno de los invitados de Cantora, el disco que terminó siendo el
testamento musical de la Negra, sino que también editó un disco titulado Con amigos argentinos, por el que
desfilan la propia Mercedes, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Raúl Barboza, Juan
Falú y Tarragó Ros, entre otros.
¿El
Sur es un destino? Quizás sí. Corrientes a nosotros nos queda al norte y lo
vemos festivo. A Borges, hombre del sur, le queda al sur. Quizás por eso su
chamamé es un chamamé melancólico, reflexivo, a veces hasta triste. Pero que
muestra con bella sencillez la idiosincrasia del Brasil que no miramos (ni
escuchamos).