5 de junio de 2013

Nana e Nada: Errare nanaum est



“El nanaísmo propone caminar con la cabeza al revés de la tierra sin caerse. Sin embargo la caída fortuita es pan de dios para el nanaísmo. Errare nanaum est. In capharnaüm nadandum est.” El Manifiesto del Nanaísmo es elocuente. ¿O no? Bueno, más o menos.

Nana es Myriam Henne-Adda, parisina que vive en la Argentina desde 2007. Acá formó una banda con músicos locales (Nada), reinventó las canciones que había compuesto en su intimidad francesa y las alineó en un pastiche que pasa sin solución de continuidad de la balada a la canción de cabaret, de la ópera a la cumbia, del pop al tango. Si el eclecticismo podría ser un viaje hacia la nada (la verdadera, la inconducente), lo evita –con creces— la imaginación desbordante y amorosa de cursilería y kitsch con que es trabajado cada tema. Lo evita el ingenio de sus juegos de palabras, la agudeza e ironía de sus observaciones, el desparpajo de Nana en el escenario.

Lo evita también que, como cantante, es versátil como pocas en la escena. Puede ser candorosa en “Bird”, sexy en “Je t’aime” u “Ojalá”, desgarrada y operística en “Love Louve”, frágil en “Pluma”, ridícula en “Chimichurri” (pronúnciese con r francesa: “chimichuggrri”, escúchese a ritmo de cumbia con sitar), llorona, solemne, desgarrada…

Con su primer disco, Volée (“cóctel salvajemente francés y cumbiero”), en la calle, la banda franco-argentina tiene nueva excusa para seguir montando ese show trilingüe, volado y bufo que desde hace un tiempo genera murmullos y simpatías subterráneas.

De nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario