Tonolec no gusta ni de los cambios bruscos ni de la
inmovilidad. Prefiere, más bien, explorar cada vez porciones nuevas del terreno
con paso cauto y herramientas conocidas. En 2005, con Tonolec, el dúo chaqueño formado por Charo Bogarín y Diego Pérez sorprendió
a todos con su ajuste –tan respetuoso como contemporáneo– entre los cantos
tobas y la electrónica. A tono con los transitados senderos internacionales de
la etno-electrónica, pero con un nivel de profesionalismo y sinceridad que desmentía
cualquier acusación de oportunismo. En Plegaria
del árbol negro (2008) y en presentaciones en vivo plasmaron algunos giros
sobre la propuesta inicial: su consolidación como compositores, la aparición de
piezas folklóricas clásicas, el ensayo del formato acústico.
Tonolec Folk - Los
pasos labrados (2010) registró una nueva mudanza. El disco es un homenaje a
la música latinoamericana, a través de un repertorio ajeno en el que sobresalen
las firmas de Violeta Parra, Ramón Ayala, Luna-Ramírez, Daniel Toro, Gieco,
Cocomarola y Yupanqui. Hay programaciones, pero también un acriollamiento de los instrumentos y un alejamiento de las formas
más pop en el canto.
Luego de aquel impacto inicial, Tonolec no volvió a
sorprender, pero tampoco nunca defraudó. La honestidad de su propuesta (tenían
una puerta abierta a la pista de baile y decidieron no cruzarla), la química entre
ellos y la tremenda fuerza escénica de Bogarín hacen de cada recital una
verdadera experiencia.
* Esta es una versión de una nota publicada en Planeando sobre BUE.
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