Un año después de su última visita, Bomba
Estéreo vuelve a Buenos Aires con su irresistible electrónica de inspiración
caribeña. Respecto al presente de la banda colombiana podrían decirse un par de
cosas. La primera es que el último disco, Elegancia
tropical (2012), es muy distinto al anterior, Estalla! (2008), que los proyectó a pistas y festivales de todo el
mundo. Muy distinto en el sentido de que baja la dosis folklórica y se
fortalece la electrónica, el reggaetón, el rap y los latiguillos hechizantes. La
champeta y la cumbia son un resto sublimado, una fuerza festiva que late por
detrás.
La segunda cosa es que Elegancia tropical es mucho mejor que Estalla! Es mucho más que la curiosidad del cruce. Es una fascinante
línea de desarrollo: más psicodélica, más ambiental, más intimista. Siguen
presentes los temporales del Trópico, claro,
pero Elegancia… tiene una
complejidad y una maduración que Estalla!
estaba lejos de alcanzar. Hay
algo exuberante en el disco, como la selva. Pero una selva mediada por la
tecnología. Correlato quizás de las últimas experiencias de Björk, una especie
de paisaje de Avatar delineado con
precisión digital. Realidad y artificio a la vez.
Nacida hace más de diez años de la mente y el
bajo de Simón Mejía, no fue sino hasta la incorporación de Li Saumet que la
Bomba fue adquiriendo su actual fisonomía, a la que se sumaron Julián Salazar
en guitarra y Kike Egurrola en batería. Hoy, en Elegancia…, la Bomba ya suena realmente como banda, con la
contundencia y la cohesión que uno espera.
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