5 de abril de 2012

Carnota: El dolor y la fiesta


Ni sé cuántas veces vi a Raúl Carnota. Lo vi en teatros, al aire libre, en bares, en centros culturales. Pero tengo un concierto clavado en la frente: bajó de un auto modesto, sacó su guitarra del baúl y se metió sin demasiada ceremonia en el gimnasio en el que iba a tocar, para una feria de artesanos de una ciudad de provincias. También sin ceremonia entró minutos después en el escenario. Silencioso, parco. Quince minutos después el gimnasio ardía. Ardía no en ese sentido exterior de las palmas y los gritos. Ardía por dentro de cada uno de los que, iniciados o meros curiosos, habían dejado en paz los mates, los cintos y los duendes de masilla para verlo.

Carnota es un imprescindible de la música argentina. Y en esas situaciones es cuando uno termina de entender por qué. Porque en vivo –como pasa en Runa (2011)– esa voz, esa guitarra y esa poesía bastan por sí solas. Y también porque Carnota, porteño de nacimiento, es una de las palancas de la transformación que hubo en los últimos años en la composición en la música de raíz folkórica. Sus chacareras asimétricas (“con piques de más”), sus zambas cruzadas por acordes de blues, establecieron un piso sobre el cual se edificó buena parte del lenguaje del –llamémosle– nuevo folklore urbano.

Porque su obra es una lúcida lectura urbana de la tradición rural. Urbana en el sentido de que debe al tango y al rock tanto como a Yupanqui y Leguizamón. Deplora el paisajismo, la consigna, la celebración boba del estereotipo. El campo de Carnota es un espacio de soledad, de derrotas, y también de dignidad. “De pobreza por afuera y de esperanza por dentro”, como el rancho de Pedro Evaristo Díaz en “Pa’l amigo”. Es ese Santiago mítico, cargado de historias y fantasmas, que oculta en sus montes resecos la cara ambigua del dolor y la fiesta. Metáfora que condensa algo que va mucho más allá de los límites de la provincia y se expande hacia las alturas de los andes y hacia el litoral.


* Esta es una versión de una nota publicada en Planeando sobre BUE.

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