9 de abril de 2012

Advertencia: "El árbol de la vida"


¿Alguien vio El árbol de la vida, de Terrence Malick? Por dios, no la vean. Se estrenó el año pasado y supongo que entonces no debo haber prestado mucha atención a las críticas, porque me la estampé en la cara como un nene se estampa un vidrio. La película ¿cuenta? la historia del dolor de una familia al perder un hijo. Pero lo hace con una pretensión de cine arte tan pero tan irritante que dan ganas de agarrar a patadas al televisor (menos mal que no fue en el cine).

El árbol de la vida es una colección infatigable de lugares comunes. El viento agita una hoja en otoño, la copas de los árboles en primavera. Una mariposa vuela, cruza un conejo. Madre besa a sus hijos, niños corren felices por el campo, bebé da sus primeros pasos. Padre autoritario. Escenas de la vida posmoderna. Psicodelia berreta, de colaborador de banda de barrio. Música clásica, ópera. Frases “profundas” a fuerza de palabras grandotas (dios, alma, dolor y así…). Imágenes “bellas” tipo National Geographic (volcanes, olas, planetas), pero sin locutor ni experiencia de lo sublime. Todo en un montaje de videoclip hecho con cronómetro: imagen nueva cada n segundos.

Es una película de esas que algún público califica de “loca”. Pero, en realidad, se parece más a esos boludos o esas boludas que se hacen los locos so creencia de que la extravagancia es creatividad. Nada más insoportable que un pelotudo que se cree artista. Malick no es un pelotudo, obvio. Pero quiso en El árbol de la vida hacerse el Tarkovski post MTV y no le salió mal, le salió horrible.

Eso sí, hay que reconocer que la secuencia de la “historia de la vida”, del asteroide primigenio a los dinosaurios y de ahí al mamífero en la placenta, es perfecta en su vulgaridad. 

Por último, dos cosas. Uno: ¿Palma de Oro en Cannes, Gran Premio de la Fripresci, nominaciones al Oscar? ¿Me están cargando? Dos: Tengo que confesar que no llegué a verla entera. Con semejante piña de grandilocuencia desde la primera línea del guión quedé tarado. A la hora me noqueó.

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